Acortando distancias con puntos y rayas


En 1835, el estadounidense Samuel Morse fabrica el telégrafo eléctrico, con ayuda de Alfredo Vail. Este aparato permitía enviar mensajes a larga distancia y con él, nacen las telecomunicaciones.
El receptor original tenía un puntero controlado electromagnéticamente, que dibujaba trazos en forma de puntos y rayas, en una cinta de papel que giraba sobre un cilindro.
La clave Morse representa las letras del alfabeto, los números y otros signos, combinando puntos y rayas, donde la raya equivalía a tres puntos.
Luego de introducir el telégrafo a Europa, se evidenció que el código Morse original era apropiado solo para enviar mensajes en inglés, porque le faltaban códigos para letras con signos diacríticos. En 1851 se diseñó, en el continente europeo, el Código Morse Internacional, que resolvió el problema.
Años después, los telegrafistas descubrieron que podían diferenciar los puntos de las rayas por el sonido, así que el aparato de registro de Morse se hizo obsoleto.
En 1868, llega el servicio telegráfico a Costa Rica, la primera línea comunicó a Cartago con San José y al constatar la efectividad del mismo, se firma un contrato definitivo con Mr. Lyman Reynolds, el 23 de marzo de ese mismo año.
El sistema le dejaba pérdidas al señor Reynolds y el Gobierno decide hacerse cargo de la administración del mismo, el 27 de abril de 1869, por considerarlo de utilidad pública.
En Costa Rica, a finales de los años 70, se comenzaron a sustituir los aparatos Morse por teletipos (conocidos como télex) y con ésto telégrafo y telegrafista fueron desvaneciéndose poco a poco.
La llegada de la década de los años 80, marcó el final definitivo de aquél que una vez fue mensajero fiel del pueblo costarricense.


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